martes, 4 de junio de 2013

Baudrillard: cultura y simulacro.


(http://hillofbees.com/2012/03/17/jean-baudrillard-live-jam/)
Comenzando por la fábula de Jorge Luis Borges en la que los cartógrafos del Imperio proyectan un mapa tan meticuloso y pormenorizado que engloba toda la superficie real del territorio, Baudrillard nos aleccionará de la caducidad de dicha fábula, al detentar exclusivamente “el encanto discreto de los simulacros de segundo orden” puesto que hoy en día, “la simulación no corresponde a un territorio, a una referencia, a una sustancia, sino que es la generación por los modelos de algo real sin origen ni realidad: lo hiperreal”.

Hiperrealidad de la simulación que, al finalizar con todo lo imaginario de la representación, reemplaza a lo real “por los signos de lo real, es decir, de una operación de disuasión de todo proceso real por su doble operativo”.

De este modo, una vez perdida toda diferenciacion entre lo real y lo imaginario, toda fundamento objetivo, toda diferencia y todo sentido, “lo real no tendrá nunca más ocasión de producirse, más que en esa resurrección” que pretenden los sistemas de signos. Consiste la precisión de los simulacros pertinentes a la era de la simulación.

Posteriormente, Baudrillard nos describe las detalla fases de la imagen:

-          Sacramento (teología): reflejo de una realidad profunda, buena apariencia.

-          Maléfico (ideología): enmascara y desnaturaliza una realidad profunda, mala apariencia.

-          Sortilegio: enmascara la ausencia de realidad profunda: juega con ser una apariencia.

-          Simulación: no tiene nada que ver con ningún tipo de realidad: es su propio simulacro.

De esta forma, Baudrillard nos previene de que “el momento crucial se da en la transición desde unos signos que disimulan algo a unos signos que disimulan que no hay nada” pues mientras que los primeros connotan “una teología de la verdad y del secreto” los segundos inauguran la fase actual, la de la flotación del sentido y el hundimiento de la representación, la de la precesión de los simulacros sobre lo real.

Disneylandia será mostrada como objetivación de lo imaginario para hacer creer que el resto es real, será adjetivada por Baudrillard como “un modelo perfecto de todos los órdenes de simulación entremezclados”.

El ya histórico caso Watergate que provocó la pérdida de la presidencia de los EEUU a Richard Nixon, será empleado por Baudrillard como ejemplo de la simulación actual, pues, en realidad, el asunto Watergate no fue un escándalo. Baudrillard afirma que el escándalo Watergate “no ha sido más que una trampa tendida por el sistema a sus adversarios – simulación de escándalo con fines regeneradores”.

Es por ello que cree que en la época de la simulación y de la disuasión, hace tiempo que los hechos han desgastado su sentido en la reduplicación artificial de los signos, agotándose en su propio espectáculo, indiferente y sin consecuencias.

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